En medio de pausas de una noche consagrada,
Allí te vi por primera vez.
Sonriente y desconocida para mi.
Aun suenan las risas alrededor,
Todos comparten lo que han vivido en el tiempo anterior.
Nosotros, sentados en el suelo de madera de aquella iglesia. Sentados frente a frente, pero sin mirarnos, llenos de inocencia, sin saber en lo más mínimo lo que Dios haría de nosotros más adelante.
Aun recuerdo esa primera vez que te vi.
Habremos dicho dos o tal vez tres palabras y nada más.
Chaqueta roja, jeans, zapatos de cuero color café. Cabello suelto, lleno de vida y aromas de juventud.
Nunca olvido ese primer momento que te conocí, lleno de simplezas, lleno de inocencia.
Hoy, ese momento pasa a ser uno de los más valiosos de la historia de un hombre como yo.
¿Qué hubiera sido de mi sin ese momento?
Aun la a Soberanía de Dios nos empuja a alcanzar lo que Él ha propuesto. Aquel momento, no era un accidente, no fue la casualidad, no era el resultado de lo fortuito. Es Su Gracia también.
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